Los Angeles Lakers campeones de la NBA 2020
Por qué el campeonato de la NBA de LeBron James y los Lakers en 2020 es el más especial de la histórica franquicia
Cuando se acabó, cuando Los Angeles Lakers derrotaron finalmente a un combativo, peligroso y respetable Miami Heat 106-93 en el sexto partido de la final de la NBA, LeBron James y sus compañeros de equipo se convertían finalmente en los campeones de la NBA 2020.
Bailaron. Se abrazaron. Lloraron. Bebieron. Bebieron más. Y quizás ahora, cuando la ráfaga de emoción se desvanece y la alegría de coronarse campeones da paso en los días posteriores a una reflexión silenciosa, posiblemente les sorprenda a cada uno de ellos, a su manera, que han ganado el campeonato más impactante en la historia de los Lakers.
En la actualidad, los Lakers cuentan con 17 títulos de la NBA, empatando así con los Boston Celtics en la historia de la liga, y cada uno de ellos luce por su propia belleza, su propio significado especial. Pero justo este, conseguido en el año de la muerte de Kobe Bryant, en el que el COVID-19 interrumpió nuestras vidas, visto desde el Orlando Bubble por muchos de nosotros, quienes nos sentíamos atrapados en nuestras propias vidas del revés, tiene muchas formas de reivindicarse como el más especial.
Empecemos por LeBron James, cuya grandeza, exhibió una vez más de forma intensa y espectacular. Ayudó a derrotar a su antiguo equipo con 28 puntos, 14 rebotes y 10 asistencias y demostró en todo su esplendor la grandeza de su sola presencia. Y legítimamente ganó otro premio MVP de las finales, convirtiéndolo en el único jugador en la historia con tres premios MVP de las finales conseguidos en tres equipos diferentes, y uno de los dos únicos jugadores con cuatro o más.
¿El otro jugador en esa lista? Michael Jordan.
La charla sobre los mejores jugadores de la NBA de todos los tiempos podría continuar, incluyendo a gente afirmando sin aliento e inquebrantablemente que no hay más discusión y después discutiendo en los cruces por qué Lebron nunca podrá superar a Jordan, o por qué le ha pasado ya irrevocablemente. Lo cierto es que la historia rara vez consolida certezas mientras sigue transcurriendo. Si algún día tras retirarse, LeBron es considerado el más grande de la historia, esta victoria con los Lakers y todo lo que supone para la organización por ello, será probablemente el punto de inflexión en esa dirección.
Esto se debe a que pasadas todas las estadísticas personales y hechos de los que LeBron ahora alardea tras ganar este último como ganar cuatro anillos y darle un giro a Cleveland y Los Angeles, aguarda otra posible consecuencia: que Anthony Davis se quede en los Lakers, otorgándole posiblemente a este anillo el poder de atraer más, quizá muchos, para LeBron en los próximos años.
Y hablando de Anthony Davis: LeBron dijo tras su victoria, “¡solo quiero mi maldito respeto!”. Bien, ya lo ha logrado, pero podría haberse referido a su compañero superestrella, teniendo en cuenta la decisión de Davis de forzar su salida de New Orleans, la discusión habida sobre lo que podría o no hacer en los playoffs, su propia reputación y el peso de lo que se espera de un Laker y de un compañero de LeBron James.
Este campeonato supone un cambio revelador en la carrera de Anthony Davis, recalibrando su posición en el partido de una forma que impactará su legado, su lugar en el partido, y quizá su ejecución en los playoffs en los próximos años.
Este campeonato ha confirmado también la contratación de Frank Vogel, quien ha sido criticado mayormente en Los Angeles. Mientras los fans esperaban su despido y reemplazo por su asistente, Jason Kidd, Vogel siguió silenciosamente ganándose a LeBron e implantando un enfoque de defensa que se cristalizó en el dominio defensivo de los Lakers sobre Miami en el último partido. Y todo esto mientras se toman las decisiones correctas con jugadores tan diferentes como Alex Caruso y Dwight Howard.
La contratación de Vogel resultó ser un golpe de ingenio, así que démosles a los Lakers y a su manager Rob Pelinka un poco de cariño también. Este campeonato demuestra que Perlinka era ciertamente el hombre perfecto para el puesto después de que Magic Johnson decidiese renunciar el año pasado durante una rueda de prensa tras un partido, sin informar por anticipado a la presidente Jeanie Buss.
Resulta irónico que el equipo de Pelinka ganase un torneo de la NBA en la misma semana que Lawrence Frank, su homólogo en los Clippers, ganase el premio al ejecutivo del año. Nada podría resumir mejor cuán infravalorado ha sido Pelinka, ni el cuidado con el que el equipo de los Lakers hizo lo que ha hecho, mientras que el otro operaba tan solo una ilusión de excelencia.
Incluso Dwight Howard — Dwight Howard! — es actualmente un importante campeón de la NBA. Un jugador cuyas contribuciones fueron clave. Tanto a Pelinka, como a Vogel y LeBron se les dio la oportunidad de tener a Howard.
¿Y cómo llegamos a todo esto? ¿A un equipo para el que LeBron jugaría, con una oficina principal que hizo los movimientos correctos y atrapó a Anthony Davis, y que tuvo la voluntad y la resistencia mental para enfrentarse a los mejores equipos de la NBA y la burbuja en Orlando, con Frank Vogel de entrenador y Rob Pelinka de manager tras ver Magic Johnson hundirse el barco y dejarlos a todos detrás? Por Jeanie Buss.
No puede exagerarse cómo de importante ha sido su rol ayudando a los Lakers a convertirse en campeones. Hace tres años, despidió a su propio hermano, Jim, que ocupaba el cargo de jefe de operaciones del equipo. Ella recurrió a Magic, quien la traicionó a ella y a los Lakers con su acto de desaparición. Aún así, ella siguió firme, mantuvo a Pelinka en su sitio, y guió a la organización de los Lakers bajo una enorme presión hacia el lugar que ahora ocupan.
De nuevo, esto no debería menospreciarse: Los Lakers, antes de que Jim Buss fuese despedido y Jeanie Buss tomase el mando, era un verdadero desastre, disfuncional y vergonzoso a partes iguales. Jeanie Buss lo cambió, y lo hizo pagando el precio de despedir a su hermano y asumir personalmente el peso de cualquier crítica o duda. Y lo hizo bajo la brutal presión personal de intentar cumplir con la memoria de su difunto padre, el gran Jerry Buss.
Diez años después del último torneo de los Lakers — y siete años tras la muerte de Jerry Buss — los colores púrpura y dorado reinan de nuevo.
Todas estas piedras angulares tan importantes para el torneo como es el reclamo de LeBron al título del más grande de todos los tiempos, la validez de Anthony Davis en la toma de decisiones, el triunfo de Vogel y Pelinka o las victorias personales y profesionales de Jeanie Buss, mueven el triunfo de los Lakers a otro nivel, a algo emocional por encima de los deportes, algo casi espiritual.
La muerte de Kobe Bryant, y la muerte de su hija Gigi, el pasado mes de enero sigue siendo una herida abierta. En este horrible año, ha sido y es algo que sigue provocando lágrimas en Los Angeles, y probablemente fuera. Nada puede traerlos de vuelta. Pero nada podría haberlos honrado mejor que ganar este torneo de la NBA. LeBron y los demás nos anunciaron hace unos meses: esta temporada es para Kobe Bryant. Y después salieron a la cancha y ganaron por “La Mamba”.
Cada torneo importa. pero este en particular, en Los Angeles, significa mucho más que el resto.
Traducción del artículo original publicado el 12 de octubre por la CBS.
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