“Se aprende a poner en práctica la teoría: si en clase de Química estábamos dando la combustión de gases, íbamos al laboratorio y lo hacíamos con nuestras propias manos. ”
Una de las cosas que más me sorprendió fue el crecimiento personal que me hizo dar. La madurez a la hora de resolver problemas por ti misma. Otra cosa que me sorprendió mucho fue el amor que me tenían, como si fuera una más: una hija más, una nieta más, una sobrina más. Sin importar de dónde venga.
Lo que más me gustó de la vida estadounidense eran las nuevas costumbres, la vida familiar que llevaban, los colegios americanos, ya que la metodología era mucho más práctica, todos estaban abiertos a nuevas ideas, nuevas costumbres y tradiciones.
Lo que más he echado de menos es mi propia vida familiar, mi tierra y la alimentación tan variada. Eso no quiere decir que no me adaptase a todo lo que había allí, ya que era una más y me encantaba aprender de todas esas nuevas experiencias.
Hay muchísima más variedad de asignaturas. Puedes probar diferentes opciones para ver qué te puede gustar y en qué se puede enfocar tu futuro. Se aprende a poner en práctica la teoría: si en clase de Química estábamos dando la combustión de gases, íbamos al laboratorio y lo hacíamos con nuestras propias manos.
También conoces a muchísima más gente, te relacionas con todo el mundo porque tenemos diferente gente en cada clase.
El deporte es uno de los aspectos más importante en tu vida estadounidense. Si había un partido de fútbol americano, todo el mundo iría a animar, fuera miércoles o fuera viernes. Todo el mundo iría vestido de los colores del colegio, con la cara pintada, dándolo todo sobre las gradas. Aunque no es sólo el fútbol el que toma ese papel, sino todos los deportes. De hecho, yo participé en un deporte que se llamaba wrestling, porque eso es una cosa que no encontraría en España. El wrestling es un deporte de contacto físico que consiste en derrotar a tu rival poniendo sus omóplatos contra el suelo. Había campeonatos todos los findes y se madrugaba para llegar al lugar con horas de antelación. Fue una de las mejores partes de mi experiencia sin duda alguna.
He conocido a personas de todo tipo. Cada uno con sus costumbres, culturas y personalidades, como en cualquier otro sitio. Pero algo que caracterizaba a todos ellos era su amabilidad, su entusiasmo por hacer que tu año en Estados Unidos fuera el mejor de todos, porque formaras parte de su grupo de amigos, por incluirte en sus planes. Estaban abiertos a todo tipo de ideas diferentes a las suyas, e incluso costumbres.
Podría decir que lo que menos me «gusta» es que son pocos expresivos y poco cariñosos comparados a la muestra de afecto que presentamos aquí, en España.
Entre las experiencias que más destaco de este año en Estados Unidos, sin duda, la primera sería mi primer baile americano: Homecoming. También la excursión que hicimos con todos los exchange students de todas las partes del mundo a California. Mi primer partido de fútbol americano, en las gradas saltando, con una camiseta de «Buff Pride«, con la cara pintada de los colores de mi colegio, cantando el himno de nuestro colegio. Otra sería los días con mi familia estadounidense haciendo comidas típicas españolas, que tanto admiraban. Y Halloween, cuando te disfrazas de tu personaje favorito y vas con tus amigos a pedir caramelos y chocolatinas, sin importar la edad. También el campeonato estatal de wrestling, donde todo el equipo dábamos nuestro apoyo a todos aquellos que habían llegado hasta allí, tan lejos. El viaje a Las Vegas con mi familia, donde me enseñaron con todo su orgullo los encantos de cada rinconcito de esa ciudad. Otro más que nunca olvidaré fue Thanksgiving, dónde por primera vez me empecé a sentir realmente como una más en esa familia, como si fuera una «Evans» más. También me encantó el día del trabajador, donde conocí por primera vez a toda la familia tanto de madre como de padre. Y por último, y la más especial, el día que llegué allí, donde entendí que mi vida empezaría a cambiar en un plis plas, cuando me recibieron aquellos desconocidos conocidos con un abrazo. Cuando no me enteraba de nada y aún así su cara de «todo estará bien» me tranquilizaba.
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