«En cualquier caso volveré, porque ahora Estados Unidos es también mi casa.»
Me llamo Miguel, tengo 17 años y soy de Madrid. Tenía muy claro desde hacía tiempo que quería hacer un año en un High School americano. El curso pasado pude por fin conseguirlo, gracias sobre todo a mi hermano Alberto, de 25 años, que no paró en su empeño de convencer a mi madre de que una oportunidad así me iba a abrir muchas puertas en el futuro.
Un año antes, empecé a prepararme para ser admitido en el programa. Sabía que necesitaba mejorar mis notas y algo mi inglés. Yo ya había hecho dos cursos de inglés en verano, así que mi nivel era bastante bueno, aunque ese curso le di bastante fuerte.
Me admitieron en un High School público en Norwood, Ohio. Cuando visité la página web del colegio por primera vez, no me lo podía creer. Pero en la realidad era todavía mejor. Es verdad que en América todo es a lo grande. Las instalaciones deportivas, el campo de fútbol americano, el salón de actos,…todo, era más grande que cualquiera de los que había visto en mi vida, además, tenían los equipamientos más modernos. A mi me interesa mucho la ciencia, de hecho quiero estudiar medicina, y aluciné del todo con los laboratorios de mi High School. Por supuesto que fue difícil al comienzo, mientras me enteré dónde estaba todo, quién era quién, cómo había que preparar cada asignatura,… Pero el colegio está muy bien preparado para recibir estudiantes extranjeros. Cada uno de nosotros, tenía asignado un profesor tutor a quien podíamos acudir en caso de necesitar ayuda en alguna asignatura y también un alumno tutor, encargado de integrarnos en el colegio. Mi tutor fue Paul, un chico del último curso que había estado de intercambio en Francia. Me ayudó muchísimo y gracias a él en poco tiempo estaba más que integrado. Me ayudó a entrar en el equipo de baloncesto y me presentó a un montón de gente. Creo que en Estados Unidos tienen un sentimiento de la hospitalidad del que deberíamos aprender, pues realmente se esfuerzan mucho para que te sientas bien.
También tuve mucha suerte con mi familia de acogida. Marc, el padre, tiene 48 años y trabaja en el departamento financiero de un hotel. Helen, es profesora en una guardería y colabora de vez en cuando escribiendo en un periódico local. Y mi “hermano” pequeño, Aaron, tiene 8 años y es un verdadero trasto, aunque es muy divertido y muy, muy simpático.
También tengo mucho que agradecerle a Ann, mi coordinadora local, a la que estuve llamando casi a diario durante las primeras semanas para hacerle todo tipo de preguntas. ¡No sé cómo me aguantó! Me ayudó muchísimo, porque al principio estás un poco perdido porque todo es diferente.
Gracias a Ann, a mi familia americana y a mis amigos del instituto, puedo decir que volvería a repetir esta experiencia una y otra vez, y se la recomiendo a cualquiera que me pregunta. ¡Ojalá pueda volver algún día a hacer algún curso de mi carrera! En cualquier caso volveré, porque ahora Estados Unidos es también mi casa.
Miguel, Madrid
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